Hace ya algún tiempo que tengo sueños cargados de símbolos que se repiten, sueños que me hablan y que me han inducido a darles forma a través de mi pintura. Son sueños en los que siempre aparezco como protagonista, aunque a veces junto a mí está Arturo, mi marido. En ellos estoy pensando, pienso, pienso...todo el tiempo pienso. Son sueños reflexivos. Pensamientos cuyo tema recurrente es mi incomunicación verbal a causa de mi súbito, aunque lejano ya en el tiempo, infarto cerebral.
En mis sueños el amor está siempre presente como un motor que me activa, me hace avanzar: mi amor vuela, se escapa, es amor en movimiento, es amor que intento capturar.
Amor, amor, amor... Corazones voladores como mariposas y personajes que corren tras él para hacerlo suyo. Atraparlo para que no se escape, para que permanezca con ellos, conmigo.
En mis sueños también vivo anhelo de comunicarme con mis palabras, MIS EXPRESIONES. Añoro cosas perdidas como la lectura, perderme en los libros, en historias, en montañas, montañas de letras... Por eso me pinto con largas melenas como si fueran fuentes o flores, quizás tulipanes que sacan de mi cabeza chorros de letras. Fuentes de vocabulario. También pinto pájaros que cantan letras, o simplemente letras en el aire: A M Y G F L K Ñ A V C ..
Vuelo en el cielo y también vuelo en el mar. Mezclo aire y agua. Hojas en el mar, hojas en el aire. Hojas pintadas en claro-oscuro; mi mitad viva, mi mitad muerta. Redes marinas que atrapan manos. Mi mano muerta en el sexo femenino, generador y portador de vida.
Son mis contrastes, mis contradicciones. Opuestos.
Mi eterno deseo de atrapar el amor. Pero el amor vuela, se mueve, es travieso e inquieto. Mi siempre presente añoranza de hablar, de cantar y de escribir. Pero las palabras, como mi mano, están atrapadas en redes que en mis pinturas hago visibles.
En mis sueños pienso libremente en todo ello y lo hago en un lugar de reflexión, en cunas hechas de hojas, como nidos.
Allí protegida medito, considero, especulo y pienso, pienso, pienso mucho....